Todo proceso de diseño inicia con una idea. La herramienta más accesible para plasmar dichas ideas de forma gráfica no es otra que la de un simple trozo de papel y un trozo de carboncillo o lapicero.
A través de esbozos se dan forma a las ideas con unos primeros diseños conceptuales que se centran en la funcionalidad hipotética de los productos. Se crean y exploran nuevas ideas a través de bocetos iniciales que van tomando forma según se madura el producto en un entorno de ingeniería concurrente. Es la primera fase de un proyecto de producto, donde nace la idea y de la cual se obtienen nuevas funciones o prestaciones acorde a los requisitos de los clientes finales.